Evangelismo








Isaías 53:5-12 Mas él herido fué por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados: el castigo de nuestra paz sobre él; y por su llaga fuimos nosotros curados. 6 Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino: mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. 7 Angustiado él, y afligido, no abrió su boca: como cordero fué llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca. 8 De la cárcel y del juicio fué quitado; y su generación ¿quién la contará? Porque cortado fué de la tierra de los vivientes; por la rebelión de mi pueblo fué herido. 9 Y dipúsose con los impíos su sepultura, mas con los ricos fué en su muerte; porque nunca hizo él maldad, ni hubo engaño en su boca. 10 Con todo eso Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole á padecimiento. Cuando hubiere puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada. 11 Del trabajo de su alma verá y será saciado; con su conocimiento justificará mi siervo justo á muchos, y él llevará las iniquidades de ellos. 12 Por tanto yo le daré parte con los grandes, y con los fuertes repartirá despojos; por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fué contado con los perversos, habiendo él llevado el pecado de muchos y orado por los transgresores.

Me avergüenza el no ir a la iglesia cuando me siento tan mal de salud.

Cuando Dios me lleva a pasajes como este, y veo en mi mente como fue latigado hasta desgarrar le la piel, golpeado, escupido, abofeteado, coronado de espinas, torturando, clavado en una cruz agonizando hasta la muerte, es cuando cobran vida pasajes bíblicos como este "Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados". Me retumba en mis oídos  en mi mente, y cada parte de mi ser se estremece de dolor al imaginar cada latigazo desgarrador, y al ver su valentía  su gallardía y luego me veo a mi mismo, y digo: cuanto me falta por aprender del carácter de mi Señor.

Señor... no quiero sentirme cómodo para hacer tu obra. Con lagrimas en mis ojos llenos de vergüenza  he entendido que no merezco ningún privilegio. Que si a tu Hijo le dolió aun antes de llegada la hora (Lucas 22:44), yo no debo esperar nada mejor.

Soy indigno de tratos privilegiados, ya que por mis rebeliones, transgresiones  pecados, fuiste tu herido, molido, destrozado  desfigurado, pero aun hacia, a ti oh! Señor, te complació mirarme con ojos de misericordia y te acercaste a mi, soportando el hedor de mis muchos pecados, y al verme arrepentido y suplicándote perdón, obraste en mi, el milagro mas grande que solo tu Oh Señor puedes hacer, me has salvado de la muerte entera  me has sacado de la oscuridad y me has llevado a ti que eres Luz, me has librado del camino de muerte y te me has mostrado Tu, El Camino, me has hecho entender la mentira, mostrándote a ti mismo que eres Verdad, me has arrancado de la misma muerte eterna, para llevarme hasta a Ti que eres Vida.

¿Que hago Señor, dándote las gracias,si aun sigo en mi comodidad?. Que fútil hago de la Cruz cuando me conformo con palabras. Que superficial fue mi arrepentimiento cuando aun sigo esperando algo bueno... como si salvarme no fuera suficiente. Como si tu dolor y agonía fuese menos importante que mis aspiraciones. ¿Acaso no es eso suficiente? entonces? ¿porque mi corazón seguía esperando mas...? Oh Señor... perdóname porque con mis hechos seguía ofendiéndote  Mi boca se jactaba de tu Palabra, pero mi corazón no había entendido PIEDAD. No soy nada Señor sin Ti, y lo poco que soy, es porque Tu me estas haciendo de nuevo. Tu quieres hacerme mejor para poder alcanzar mas grandes cosas para Ti mismo, para Tu Honra y Gloria, pero mi Yo no habia terminado de morir, y peor aun, se había disfrazado de religiosidad.

Me he dado cuenta que solo había puesto un pie en la cesta de la ofrenda, y aun asi tu has obrado grandes milagros en mi vida. Hoy, coloco el otro pie para terminar de ofrendarme a Ti oh Dios. ¿Que mas puedo pedir, cuando tu me lo has dado todo?. Hasta la ultima gota de Tu Preciosa Sangre diste también por mi. 

No me queda mas que hacer. Ya no me conformare solo con decir. Caminando a tu lado, aunque sea con un solo pie, me has hecho ver la Verdad.

Juan 17:17 Santificantes en tu verdad: tu palabra es verdad.



Juan 17:1-17 
1 ESTAS cosas habló Jesús, y levantados los ojos al cielo, dijo: Padre, la hora es llegada; glorifica á tu Hijo, para que también tu Hijo te glorifique á ti; 2 Como le has dado la potestad de toda carne, para que dé vida eterna á todos los que le diste. 3 Esta empero es la vida eterna: que te conozcan el solo Dios verdadero, y á Jesucristo, al cual has enviado. 4 Yo te he glorificado en la tierra: he acabado la obra que me diste que hiciese. 5 Ahora pues, Padre, glorifícame tú cerca de ti mismo con aquella gloria que tuve cerca de ti antes que el mundo fuese. 6 He manifestado tu nombre á los hombres que del mundo me diste: tuyos eran, y me los diste, y guardaron tu palabra. 7 Ahora han conocido que todas las cosas que me diste, son de ti; 8 Porque las palabras que me diste, les he dado; y ellos las recibieron, y han conocido verdaderamente que salí de ti, y han creído que tú me enviaste. 9 Yo ruego por ellos: no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son: 10 Y todas mis cosas son tus cosas, y tus cosas son mis cosas: y he sido glorificado en ellas. 11 Y ya no estoy en el mundo; mas éstos están en el mundo, y yo á ti vengo. Padre santo, á los que me has dado, guárdalos por tu nombre, para que sean una cosa, como también nosotros. 12 Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; á los que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición; para que la Escritura se cumpliese. 13 Mas ahora vengo á ti; y hablo esto en el mundo, para que tengan mi gozo cumplido en sí mismos. 14 Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. 15 No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. 16 No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. 17 Santifícalos en tu verdad: tu palabra es verdad. 18 Como tú me enviaste al mundo, también los he enviado al mundo. 19 Y por ellos yo me santifico á mí mismo, para que también ellos sean santificados en verdad. 20 Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos. 21 Para que todos sean una cosa; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean en nosotros una cosa: para que el mundo crea que tú me enviaste. 22 Y yo, la gloria que me diste les he dado; para que sean una cosa, como también nosotros somos una cosa. 23 Yo en ellos, y tú en mí, para que sean consumadamente una cosa; que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado, como también á mí me has amado. 24 Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, ellos estén también conmigo; para que vean mi gloria que me has dado: por cuanto me has amado desde antes de la constitución del mundo. 25 Padre justo, el mundo no te ha conocido, mas yo te he conocido; y éstos han conocido que tú me enviaste; 26 Y yo les he manifestado tu nombre, y manifestaré lo aún; para que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos.











CÓMO TESTIFICAR…
COMO JESÚS LO HIZO
Si puedes recordar cinco preguntas, puedes guiar con confianza
cualquier encuentro para testificar. Así es. Recuerda cinco preguntas
principales y estarás en control de toda conversación que tengas acerca
de tu fe. Imagina, sabrás exactamente dónde estás en una conversación
y sabrás exactamente hacia dónde vas. No tienes que estudiar griego,
no tienes que comprender de arqueología, sólo debes recordar cinco
preguntas.
Antes de presentar las cinco preguntas, necesitamos estar de acuerdo en
cuanto a cómo, cuando y por qué Dios salvará a un hombre o a una
mujer. Aquí está una pista: Jesús dijo, “...el que no naciere de nuevo, no
puede ver el reino de Dios”. La pregunta de un millón de dólares es
esta: “¿Qué quiere decir esto?”
Para nacer de nuevo, una persona tiene que morir. ¿Implica esto que
alguien tiene que suicidarse para llegar a ser un cristiano? No, Jesús
estaba hablando de un nuevo nacimiento espiritual. La próxima
pregunta de un millón de dólares es esta: “¿Cómo es que uno muere
para que Dios pueda hacerlo nacer de nuevo?”
Una persona tiene que morirse a sí misma. John MacArthur lo dice de
esta manera:
Seguir a Cristo no se trata ni de usted ni de mí. Ser un cristiano no
tiene que ver con nosotros; no tiene que ver con nuestro autoestima.
Se trata de estar harto de nuestro pecado y nuestra
desesperación por el perdón. Se trata de ver a Cristo como el
Salvador invaluable—el que salva del pecado, de la muerte y del
infierno—para que entreguemos todo lo que tenemos que entregar.
Aun si nos cuesta nuestras familias, nuestros matrimonios y
cualquier otra cosa que apreciamos y poseemos.
Aun puede costarnos nuestras vidas como Jesús dijo en Lucas 9.24.
No puede ser más claro que eso. Si usted trata de aferrarse a sí
mismo, a su plan, a su agenda, a su éxito, a su auto-estima o a
cualquier pecado, Dios no le dará ni el perdón ni la vida eterna.
Entonces, ¿de veras quiere seguir a Jesús? Le costará
absolutamente todo. [Del libro Hard to Believe (Difícil de creer)
por John MacArthur; pp. 10-11.]
EL MANUAL DE TESTIFICAR
2
Si una persona llega al Salvador con cualquier otro motivo salvo un
deseo de estar a cuentas con Dios, esta persona no está lista para ser
salva. Dios no salvará a nadie que tiene orgullo.
Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. [Stg 4.6]
Santiago sigue describiendo cómo debe verse la experiencia de la
salvación:
Afligíos, y lamentad, y llorad. Vuestra risa se convierta en lloro, y
vuestro gozo en tristeza. Humillaos delante del Señor, y él os
exaltará. [Stg 4.9-10]
La última pregunta de un millón de dólares (esto está llegado a ser
costoso) es: “¿Cómo testificamos a alguien y así llevarlo al punto
donde sus pecados le dan asco y él clama: ‘¡Dios, tenga misericordia de
mí, un pobre ser pecador!’?”
Esta debe ser nuestra meta de cada encuentro para testificar. Queremos
ayudarle al hombre a entender que él es pecaminoso por naturaleza y
que por esto merece la ira de Dios... para que cuando oiga acerca de la
cruz, será agradecido por el sacrificio que Jesús hizo por él.
Recuerda, Dios resiste al soberbio pero da gracia al humilde. Así que,
¿cómo podemos ayudarle a alguien a ser humilde delante de Dios? Para
esta respuesta importante, vamos a tener que examinar cómo el mismo
Maestro, Jesucristo, testificaba a la gente.
Cuando hacemos esto, descubrimos que Jesús dio la Ley a los
soberbios y la gracia a los humildes. Puesto que esto es lo que Jesús
hacía, esto va a ser nuestro principio guía: La Ley para los soberbios,
la gracia para los humildes. Veamos cómo Él hacía esto.







¿POR QUÉ LOS “CRISTIANOS” NO SE COMPORTAN COMO CRISTIANOS?


La respuesta es dolorosamente obvia. Si alguien no se comporta como un cristiano, no es un cristiano (ver Santiago 1.22-25). Desafortunadamente, la iglesia está llena de personas así. Pero, ¿por qué? ¿Por qué hay tantos falsos convertidos? Porque ellos han respondido a un evangelio incompleto o a uno falso.

A muchos se les ha dicho que tienen un vacío en su corazón que sólo Jesús puede llenar, y que si tan sólo le pidieran a Jesús que entre en su corazón, Él los hará sentir llenos y completos. Este es un concepto del evangelismo moderno que recurre a las “necesidades personales”. Determina cuál es la necesidad personal de una persona, y entonces,
presenta a Jesús como la respuesta a dicha necesidad. ¿Estás divorciado? Jesús te hará sentir completo. ¿Tus padres no te amaron lo suficiente? Dios quiere amarte y será tu Padre. ¿No te satisface tudinero? Jesús sí lo hará.

Ahora, ¿hará Dios todas esas cosas? Por supuesto. Sin embargo, y esto  es crucial, si una persona acepta a Jesús en su corazón sólo para sentirse completa, es un motivo equivocado y es poco probable que esa persona sea realmente salva. El vacío en el corazón de todos no es la tristeza ni la falta de realización, es la falta de justicia.

Esto es muy importante. Jesús no vino a esta tierra para entregar su vida de una manera cruel sólo para que nosotros pudiéramos estar felices. Él vino para hacernos justos. Y todos tiene que venir a Él por la misma razón para ser hechos justos (para la justificación). Si le pedimos a Él que entre en nuestro corazón para hacernos felices, Él no entrará y nosotros no recibiremos la mera cosa que buscamos. En vez de esto, si venimos a Él humildemente (¿recuerdas nuestro principio?) buscando misericordia, Él entonces nos la dará… y además llenará ese vacío en nuestros corazones. Pero primero lo primero: Nuestra motivación para pedirle que nos salve debería ser la misericordia y no la felicidad.

¿Nos da Jesús amor, gozo, paz, paciencia, bondad, templanza, fe y dominio propio? Sí, pero sólo después de que nos hemos arrepentido y hemos puesto nuestra fe en Él. Dios nos da estos asombrosos regalos como los frutos (los resultados) de la salvación, pero no podemos y no debemos usar dichos regalos como una atracción para la salvación.
Considera esto, si alguien pasa tiempo contigo sólo para obtener lo que tienes que ofrecerle (dinero, regalos, comida, servicio de lavandería), te sentirás usado, y con razón. Tú quieres que alguien pase tiempo contigo por lo que tú eres, no por lo que podrías darle. Así es con Dios. Si le seguimos sólo porque queremos Sus regalos, no es una fe aceptable.
Esto es usar a Dios como nuestro plan de autorrealización.

Piensa en este ejemplo. Un grupo de hombres se rebela contra el Rey y tratan de usurpar su trono. Viven en el bosque y pasan sus días deshonrando al Rey. Sin embargo, un día el Rey decide perdonarles a estos rebeldes, y si no reciben el perdón, serán castigados.

El Rey manda un enviado al bosque. Cuando sus mensajeros encuentran a los rebeldes, ¿qué deben hacer? ¿Deben decirles a los rebeldes que es mucho más bonito y cómodo vivir en el castillo? ¿Deben decirles a los rebeldes que la comida del Rey es mucho mejor que la comida del bosque?

Si los mensajeros presentan cualquiera de estos dos ofrecimientos, los rebeldes bien podrían regresar al castillo y clamar, “¡Oye, Rey! ¿Dónde está la comida?” ¿Cómo reaccionaría el Rey? ¡Estaría furioso! .Cuando un rebelde por naturaleza llega delante de Dios y anuncia que él está dispuesto a “aceptarlo a Él” porque quiere que Dios le dé
regalos, ¿cómo crees que reacciona Dios?

En cambio, los mensajeros del Rey deberían anunciarles a los hacedores de iniquidad: “El Rey debe sentenciarlos a muerte. Hanrebelado contra Él. Ustedes han tratado de hacerse reyes. Merecen la muerte. El Rey tiene el derecho, la autoridad y el poder para poner fin a sus vidas. Pero el Rey es rico en misericordia y les ofrece el perdón
hoy... si vuelven a Él con humildad, confesando sus errores y prometido su lealtad a Él”.

Así es cómo debemos estar proclamando el Evangelio. Si no lo hacemos de esta manera, sólo vamos a producir más rebeldes que no son arrepentidos ni leales, sino exigentes y desobedientes.

Para un tratamiento exhaustivo de la razón por la cual la Iglesia está llena de falsos convertidos, te recomiendo que leas el libro The Way of the Master por Ray Comfort. También, querrás leer o escuchar dos de los mejores mensajes que hay acerca del evangelismo bíblico: Hell’s Best Kept Secret (también escrito en español bajo el título: Lo que el diablo no quiere que sepas, por Ray Comfort) y True and False Conversions. Puedes conseguir todo este material en el sitio web


EL USO DE LA LEY

Todos nosotros tenemos que venir al Salvador de la misma manera, en arrepentimiento con un corazón humilde. Todos tenemos que venir a Jesús clamando por misericordia, no por regalos. Es por esto que Jesús usó los Diez Mandamientos con el hombre principal en Lucas 18. Jesús le dio la Ley, no porque se le olvidó temporalmente cómo una persona llega a salvarse, sino para hacer humilde al hombre y mostrarle su necesidad desesperada de limpieza. Por lo tanto, si nosotros vamos a ser testigos fieles, debemos aprender de Jesús y testificar de la mismamanera que Él. En resumen, la manera en que Jesús testificó fue esta:



La Ley para el soberbio y la gracia para el humilde.

Si una persona es verdaderamente humilde en otras palabras, comprende que ha violado los Diez Mandamientos de Dios y que merece Su ira (el castigo)—entonces, dale la gracia (como Jesús lo hizo con el humilde Nicodemo en Juan 3.16). Pero si la persona es soberbia y orgullosa, y casi siempre la gente lo es, debemos usar la Ley (los Diez Mandamientos) para hacerla humilde. Este es el propósito de la Ley.

De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe. [Gal 3.24]

Charles Spurgeon dijo: “Ellos nunca aceptarán la gracia hasta quetiemblen ante una ley justa y perfecta”. El Salmo 19.7 lo dice claramente: “La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma”. Pablo dijo: “Yo no conocí el pecado sino por la ley” (Romanos 7.7). Si una persona no comprende la pecaminosidad excesiva de su propio pecado, no comprenderá qué tan asombrosa es la gracia. Si nosotros creemos que sólo tenemos un poquito de pecado, igualmente tendremos un poquito de gracia. Pero cuando comprendamos lo grotescamente pecaminosos que somos cuando nos demos cuenta de que hemos ofendido a Dios en pensamiento, palabra y hecho sólo entonces caeremos a Sus pies en adoración porque “Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5.8).

En vez de manipular a las personas para que vengan a Jesús prometiéndoles que su vida será mejor si sólo dicen una oración, debemos usar la ley como un ayo (un educador, un guía; Gálatas 3.24), para traerlos humildes a la cruz del Calvario donde podrán clamar por misericordia, y donde podrán recibirla por gracia.

Con este preámbulo, testifiquemos como Jesús lo hizo, dando la Ley al soberbio y la gracia al humilde. Así es como Jesús lo hacía y si seguimos Sus pasos, seremos testigos fieles y verdaderos.

Aquí están los cincos pasos (las cinco preguntas) para testificar como Jesús. Apréndelos de memoria y estarás equipado para testificar con confianza y traer a alguien al arrepentimiento de sus pecados y a la fe salvadora en el Señor Jesucristo.


CÓMO EMPEZAR UN ENCUENTRO PARA TESTIFICAR


Tú nunca deberías simplemente acercarse a alguien e inmediatamente empezar a hablar acerca de Jesús. En vez de esto, empieza con algo enel ámbito natural y luego cambia al sobrenatural. Habla acerca del fútbol o del clima, y luego utiliza algo de las noticias para dirigir la conversación hacia lo espiritual. Es clave que siempre estés atento e intencional en tus conversaciones. Si siempre mantienes el evangelismo en tu mente, encontrarás una manera de darle vuelta a cualquier
conversación y hablar acerca de la fe.

Por ejemplo, la muerte de una persona célebre o importante siempre es una noticia grande y por esto es una buena manera de abrir una puerta para hablar de las cosas espirituales.

“¡Hola! ¿Cómo estás?”
“Muy bien, ¿y tú cómo estás?”
“Genial, gracias por preguntar. ¿Supiste que __________ (llena
el espacio con el nombre de la persona muerta) acaba de morir?”
“Sí, qué mal.”
“¿Te hace reflexionar un poco y pensar en lo que nos va a pasar
después de la muerte.”
“Sí, así es.”
“¿Qué crees que te va a pasar a ti después de la muerte?”

¡Bingo! Ya estás ahí. Usa cualquier noticia o simplemente dile algo que aprendiste en la iglesia esta semana. Esto te llevará directamente a un encuentro para testificar.

O puedes también intentarlo con esto.

“Hola, ¿qué tal? Qué día más bonito, ¿verdad? Lástima,
porque parece que voy a estar pasando todo el día bajo techo.
Tengo una reunión en la iglesia esta noche y no puedo faltar.
¿Asiste tú a alguna iglesia?”

Tal vez puedas preguntar:

“¿Piensas tú en las cosas espirituales? ¿A dónde crees que vas a ir después de la muerte?”

La gran mayoría dirá:

“Yo creo que voy a ir directamente al cielo.”
“¿Por qué?”
“Porque yo soy bastante bueno... pues, no soy tan malo para ir al
otro lugar.”

Es así de sencillo, honestamente. Empieza una conversación. Está atento e intencional para darle vuelta a la conversación y hablar de las cosas espirituales.

Ahora que estás ahí, tienes que recordar estas cinco preguntas en orden, ¿okay? Y yo tengo que confesarte que la primera pregunta y la segunda son las más difíciles de hacer. No hay una manera de evitarlo. Te va a ser bien difícil hacerle a la persona estas preguntas, pero tienes que hacerlo. Mantén en mente que yo he hecho estas preguntas a miles depersonas y hasta la fecha nadie me ha pegado en la nariz, ni nadie se ha ofendido. Yo te prometo que una vez que hagas estas dos primeras preguntas, estarás a salvo. Te lo prometo. ¿Listo? Ora a Dios, pídele que te dé valor y haz la primera pregunta...


PREGUNTA #1: ¿TE CONSIDERAS UNA BUENA PERSONA?


Esto revelará si la persona es soberbia o humilde (recuerda nuestro principio). Si dice que no (lo que es muy poco probable), examínala para saber qué quiere decir con eso. Es muy posible que sólo esté jugando o que se sienta mal por haber hecho algo malo que desilusionó a otra persona (pero no a Dios). A menos que diga “He pecado contra
Dios” (Salmo 51), no es humilde. Muchos tienen remordimientos por errores que han cometido y están sufriendo las consecuencias, pero no se han arrepentido delante de Dios.

Puedes esperar que la mayoría te diga: “Soy una muy buena persona”. Eso es el orgullo, la soberbia y la auto-justificación revelándose. Ahora estás listo para usar la Ley para hacerla humilde. Así que, sigue con lasegunda pregunta.
PREGUNTA #2: ¿CREES QUE HAS GUARDADO LOS DIEZ MANDAMIENTOS?


Algunos dirán que sí y otros que no. Cualquiera que sea la respuesta, tú debes decirle a la persona: “Consideremos algunos de ellos y veamos. ¿Alguna vez has mentido?”

Algunos dirán que sí, que han mentido. Otros tratarán de justificarse a sí mismos diciendo que sólo eran “mentiritas blancas”. Aun otros tratarán de negarlo totalmente. En el ultimo caso, amablemente presiona: “¿Quieres decir que nunca has dicho una mentira para engañarle a nadie… en toda tu vida?” Quizá te dirá: “Bueno, tal vez
cuando era niño”.

Bueno, a Dios no se le olvidan los pecados de nuestro pasado y también la Biblia dice que, “...todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre...” (Apoc 21.8).

Nota: La gente no se enoja sino que se pone sobria. Puede ser que te diga, “Yo no creo en la Biblia”. En este caso, dile, “Yo sé que no la crees”, y sigue testificándole. (¡Por supuesto no cree en la Biblia; es por esto que tú estás testificándole!) Si discute (y puede ser que lo haga) acerca de la Biblia, simplemente dile, “Yo sé que no la crees. Sólo
estoy compartiendo contigo lo que la Biblia dice, ¿okay? Sigamos”.

Ahora, quieres seguir llevando a la persona por cuantos mandamientos que puedas. A mí me gusta usar todos los mandamientos que pueda. (Nota: El tercer mandamiento casi siempre afecta a la gente.) Aquí está como yo llevo a una persona a través de cada uno de los Diez Mandamientos.

El Mandamiento #1: “¿Siempre has puesto a Dios primero en tu vida?” (Probablemente te dirá que no. Si la persona trata de burlarte, simplemente sé directo con ella y no se lo permitas.) Yo explico este mandamiento así: “Dios dice que Él debería ser el principal amor de tu vida. De hecho, Jesús dijo que nuestro amor para con Dios debería ser tan grande que nuestro amor por nuestros padres, hijos, amigos e incluso nuestras propias vidas debería parecer como odio en
comparación con nuestro amor para con Dios”. Alguien podría decirte, “No creo en Jesús”. Tu puedes sólo responderles, “Lo sé, sólo te estoy diciendo lo que Él dijo”.

El Mandamiento #2: “¿Alguna vez te has hecho una imagen?” (Probablemente te dirá que no.) Se lo explico así: “Bueno, ¿has proseguido al dinero más que a Dios? Entonces has hecho del dinero un ídolo. ¿Le has prestado más atención a tu carrera que a Dios? Entonces tu trabajo es un ídolo. Quizás hayas hecho un dios con el cual estás cómodo, ya sea con tus manos o con tu mente. Si tú dices, ‘Mi dios es un dios de amor y nunca enviaría a nadie al infierno. Tienes razón. Tu
dios no enviaría a nadie al infierno porque no puede tu dios no existe. Él es un producto de tu imaginación y eso se llama idolatría. Es elpecado más antiguo en la Biblia y Dios advierte que los idólatras “no heredarán el reino de Dios” (1Corintios 6.9).

El Mandamiento #3: “¿Alguna vez has tomado el nombre de Dios en vano?” (Recuerda, algunos tratarán de burlarte, simplemente presionaun poco: “¿Quieres decir que nunca has usado Su nombre para expresarenojo o angustia?”) Una vez que confiese que ha tomado el nombre de Dios en vano, dile: “Entonces, en vez de usar otra palabra de maldición
para expresar disgusto, has tomado el nombre de Aquel que te dio vida,aliento y todo lo que es preciado para ti, y lo has tirado al lodo.¡Imagina! La gente ni siquiera usa el nombre de Hitler ni el de Sadam Hussein para jurar y, ¿tú usas el nombre del Dios Todopoderoso así? Eso se llama blasfemia y Dios promete que ‘no dará por inocente al que
tomare Su nombre en vano’ (Exod 20.7)”. Nota: En este momento, deberías empezar a observar algo. La persona
puede empezar a callarse (cierra su boca ante la Ley, Romanos 3.19) o quizá se empiece a agitar. Fíjate en su lenguaje corporal. A menudo, en este momento las personas revelan cómo se sienten; puede ser que tiemblan o que sus ojos se ven húmedos. Eso es bueno. Continúa con los mandamientos. Si alguien se pone muy “bocón” y te falta el respeto,
usa todos los mandamientos que puedas para cerrar su boca con la Ley.

El Mandamiento #4: “¿Has guardado el día de reposo?” Se lo explico así: “Dios requiere un día de cada siete y has fallado en darle lo que exige. ¿Puedo preguntarte cuántas veces has fallado en inclinar tu cabeza antes de comer y agradecer a Dios por la comida que Él te ha provisto? ¿Cuántas miles de veces has simplemente ingerido la comida
sin agradecer al Proveedor?”

El Mandamiento #5: “¿Has tratado siempre a tus padres de una  manera agradable a Dios?” La explicación: “Dios no olvida los pecados de nuestra juventud. La Biblia dice que la rebeldía es como el pecado de la brujería (1 Samuel 15.23)”.
El Mandamiento #6: “¿Alguna vez has matado a alguien?” (Con alivio, normalmente la persona dice que no.) “Es bueno saberlo pero, ¿alguna vez has llamado a alguien ‘tonto’, ‘estúpido’ o ‘infeliz’? La Biblia dice que si te enojas contra alguien (si lo aborreces) sin causa, has cometido homicidio en tu corazón (Mateo 5.22; 1Juan 3.15). Esto es porque Dios no simplemente juzga nuestras acciones sino también nuestros pensamientos”.

El Mandamiento #7: “¿Alguna vez has cometido adulterio?” (Otra vez, la mayoría negará haber hecho esto.) Le explico este mandamiento de esta manera: “¿Alguna vez has mirado a alguien con lujuria en tu corazón con deseo sexual? Jesús dijo que si miras a otra persona para codiciarla, ya adulteró con ella en tu corazón (Mateo 5.28). Jesús no sólo juzga las acciones, sino que también nos juzga los pensamientos”.

El Mandamiento #8: “¿Alguna vez has robado algo?” (Muchos dirán que no.) Sigo explicándoselo: “¿Te has llevado algo—lo que sea, sin importar su valor—que no era el tuyo? Sé honesto delante de Dios.” (Si dice, “Sí, cuando era niño”, recuérdale que Dios no olvida los pecados de nuestra niñez ni los de nuestra juventud.) “Así que, Dios te ve como
un ladrón.”

El Mandamiento #9: “¿Alguna vez has mentido?” Ya hemos visto este mandamiento anteriormente.

El Mandamiento #10: “¿Alguna vez has deseado/codiciado algo que no te pertenecía?” (Al llegar aquí, la Ley probablemente ya ha hecho su obra de cerrarle la boca a la persona, entonces no tendrás que pasar mucho tiempo explicándole este mandamiento.) Yo le diría algo así: “Esta es la última moneda del cofre… ¿Quién no ha deseado algo de otra persona?”






PREGUNTA #3: ¿SERÁS HALLADO INOCENTE O CULPABLE?


Digo algo así: “La Biblia dice que un día de estos vas a morir y serás juzgado por el Señor (Hebreos 9.27). En aquel tiempo, Él te juzgará por cada pensamiento, palabra y hecho (Romanos 2). En aquel día, ¿serás hallado inocente o culpable delante de Dios?”

Si la persona no ha empezado a dudar, incomodarse o burlarte, lo hará ahora porque ya percibe hacia dónde quieres ir. La mayoría dirá “inocente”, pero necesita confesar su culpa. Aquí está cómo puedes ayudarle a alguien hacer esto.

La persona dirá algo como: “Pero, yo soy una buena persona”. Tú le contestas: “Acabas de confesar que has violado Sus mandamientos. ¿Serás inocente o culpable?”

Muchos tienden a sostener sus propia bondad: “Pero no he hecho esas cosas desde hace tiempo”. Contestas: “Intenta eso en una corte de justicia. ‘Juez, sé que soy culpable pero eso fue hace años.’ A él no le importará. Un buen juez te castigará sin importar cuánto tiempo ha pasado. Castigan a los criminales de guerra por delitos que cometieron
hace décadas. Dios no olvida nuestros pecados y el tiempo no los perdona. Entonces, ¿inocente o culpable?”

Si todavía proclama su inocencia, intenta esto: “Digamos que colocamos en tu cerebro un chip de alta tecnología que graba cada uno de tus pensamientos, palabras y hechos. Digamos que te lo grabamos todo por un mes. Luego, llamamos a tus amigos y a tu familia, y les proyectamos en una gran pantalla lo que ese chip grabó. Eso es exactamente lo que Dios va a hacer con toda tu vida. Todos tus pensamientos van a ser revelados ante Él. Estás en graves problemas.”

Ahora, si alguien está realmente molesto y retador, eso puede ser muy bueno porque quizá sea una indicación de que la persona está asustada. (Piénsalo así: Lanza una piedra hacia un grupo de perros y el que ladra más duro es el que pegaste.) Lo ideal es que la persona te confiese su culpabilidad, pero si simplemente no se rinde, en algún momento
tendrás que decirle, “Oye, estás dando vueltas sobre lo mismo, y si escucharas la voz de tu conciencia y fueras honesto, sabrías que eres culpable ante Dios. Además, esto es lo que la Biblia dice y si te llamas inocente estás llamando mentiroso a Dios”. La mayoría dirá de mala gana algo como: “Bueno, es que no creo en Dios pero, sí, sería culpable”.

No pases a la cuarta pregunta hasta que la persona confiese su culpabilidad (o, como en el caso peor, que tú la confiesas por ella). Detodos modos, cuando el asunto de la culpabilidad ya está establecido, sigue con la cuarta pregunta.


PREGUNTA #4: ¿IRÁS AL CIELO O AL INFIERNO?


“Si eres culpable ante Dios, ¿debería Él mandarte al cielo o al infierno?” Con esta pregunta, ¡que los juegos empiecen! Algunos dirán que al infierno, pero la mayoría dirá que al cielo. Entonces, obtendrás las mismas excusas que en el paso tres, o de repente descubrirás que la persona conoce más de lo que ha revelado hasta ahora. La siguiente es
una típica conversación.

“Voy a ir al cielo.”
“¿De verdad? ¿Por qué?”
“Porque Dios perdona.”
“¿Y cómo funciona eso?”

(Aquí es donde las cosas pueden nublarse mucho si no estás totalmente concentrado. Casi todos han escuchado que Dios los ama o que Dios los perdonará, pero no tienen ninguna idea de cómo recibir ese perdón. De nuevo, cuando estás testificando a alguien que asiste a una iglesia, necesitas concentrarte bien, ya que son de los más duros a que vas a
testificar. Han sido inmunizados al pecado. La “gracia” que han recibido les ha reducido su capacidad de reconocer su pecado.)

“Dios es perdonador.”

“Entonces, ¿me estás diciendo que Dios simplemente va a permitir que cada violador, asesino, mentiroso y fornicario
entre en el cielo porque Él es perdonador?” “Tienes que pedirle el perdón.” “Entonces, ¿si simplemente digo ‘Lo siento’ y pido el perdón a Dios, Él va a decir ‘Ay, no te preocupes, no me importa que me hayas ofendido con tus pensamientos, palabras y hechos. ¿Qué estaba Yo pensando? Disculpa. ¡Entra en el cielo!’? ¡Jamás! Eso no funcionaría con un juez aquí en la tierra y no funcionará con Dios. Deberías sentirlo, claro. Haz violado la Ley de Dios y por esto la justicia tiene que ser satisfecha.”

Esta parte de la plática podría extenderse eternamente, así que en algún momento tienes que presionar el asunto. Si la persona se continúa resistiendo, eso es bueno porque está sintiendo la convicción de supecado. Sin embargo, tú tienes que obtener de ella una confesión de que su destino es el infierno. De nuevo, si esa persona asiste a una iglesia, dirá cosas como “Pero, ¡fui confirmado!” o “¡Ya oré la oración!”. Si estás testificando a ese tipo de persona, puede que
necesites alguno de los métodos en la sección más adelante bajo el título “El cristiano inmunizado”. Después, regresa a este cuarto paso y el asunto del su destino eterno.

Cuando la persona finalmente confiese (o cuando tienes que informarle que debe ser el último recurso) que Dios debe mandarla al infierno, entonces continúa.


PREGUNTA #5: ¿TE PREOCUPA QUE VAS A IR AL INFIERNO?


Tienes que hacerle esta pregunta. Esto revelará si la persona tiene interés en oír las Buenas Nuevas del evangelio o no. Si un hombre o una mujer no se preocupa por el hecho de que va a ir al infierno, no tendrá ningún interés en las Buenas Nuevas. Aun más que esto, es muy posible que se mofará de las Buenas Nuevas. Se reirá de la solución porque no cree que tiene un problema.

Si la persona no expresa ninguna preocupación, no nos alejamos dejándola en su condición actual. Tenemos que pasar el tiempo necesario con ella para enseñarle acerca de la teología del infierno para tratar de despertarla.

“¿Sabes cómo es el infierno? Es un lugar de llanto y crujir de dientes, de sed sin fin y de dolor intolerable. No tiene ni piso ni fundamento

 (siempre tendrás la sensación de estar cayendo). Está sumamente caliente y oscuro, y durará para siempre.”

Sigue explicándoselo: “Entonces, ahora sabes que eres un enemigo de Dios en tu mente y a través de tus malas obras (Colosenses 1.21), y que Su ira está sobre ti (Juan 3.36). La Biblia dice que “horrenda cosa es caer en las manos del Dios vivo” (Hebreos 10.31) y que Él va a derramar Su enojo y Su ira sobre ti. ¿No entiendes que habrá
tribulación y angustia para ti en aquel día? ¿No te preocupa esto?”

En este momento, tienes que usar mucho discernimiento. Si la persona dice que no, que no se preocupa, presiónale: “¿De veras? ¿No tienes miedo de Dios? ¿Tienes alguna idea de lo que estás haciendo? Te pregunto de nuevo: ¿No te preocupa esto?” Si dice que no, pero físicamente está llorando o temblando, si ha bajado la cabeza o si está
visiblemente más humilde que antes, puedes moverte hacia las Buenas Nuevas. ¡Pero no antes! ¿Por qué es que este asunto es tan importante?

1. Es bíblico. Mateo 7.6 dice; “No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan y os despedacen”. ¿Quiénes son los perros y los cerdos? La Biblia de Estudio de Ginebra dice: “Los enemigos soberbios y tercos del Evangelio no son dignos que se
les predique dicho Evangelio”.

El discernimiento es crucial en este momento. No debemos ser tan prontos a tildarle a cada persona que muestra un poco de resistencia como un “perro” o un “cerdo”. Sin embargo, hemos de estar dispuestos a retener las cosas santas cuando la gente es antagonista, soberbia, terca, dura, irrazonable u hostil. Recuerda, Jesús retuvo las Buenas Nuevas al hombre principal en Lucas 18 porque quería justificarse a sí mismo.

La meta aquí es doble:

Protegerte a ti mismo (“...no sea que... se vuelvan y os despedacen”).

No permitir que las perlas (en este instante se refiere a la muerte de Jesús en la cruz) sean pisoteadas, mofadas o
escarnecidas.

Aunque es nuestro deseo predicar el Evangelio a cada persona, la realidad es que vamos a toparnos con verdaderos enemigos de la cruz. Ellos son escarnecedores y debes retener las maravillosas noticias de la salvación... pero sólo después de esforzarte a razonar con la persona acerca del pecado, de la justicia y del juicio que está por venir. Debes estar dispuesto a dejar que una persona se te vaya triste después de haberle hablado acerca de
qué tan razonable es el asunto de su pecado, la justicia de Dios y juicio venidero.

2. Tiene sentido. Si el rebelde no demuestra ninguna indicación de remordimiento o temor por haber violado las leyes del Rey, ¿por qué querrás contarle acerca de la misericordia del Rey? Piensa en este ejemplo. Un hombre le es infiel a su esposa y comete adulterio. Ella se le acerca con un deseo de perdonarle, pero su marido le dice, “No me importan para nada las consecuencias de mis acciones. No quiero estar contigo”. ¿Será que su esposa todavía va a querer ofrecerle el perdón? Yo no creo que sí. Él no ha entendido ni su culpabilidad y ni su necesidad de recibir el perdón. Así que, ofrecérselo no tendría sentido. Además, es muy probable que él se mofaría de ella por haberle ofrecido un trato tan benigna. ¡Imagina eso! Una esposa inocente, benigna y clemente le ofrece el perdón, y en cambio su marido se mofa de ella. Imagínate un Dios santo, benigno y misericordioso ofreciendo el perdón sólo para que se mofen de Él

Es por esto que tenemos que tener mucho cuidado en este momento del encuentro con el inconverso. Queremos hallar el buen equilibrio entre ofrecerle la gracia al humilde y retener las Buenas Nuevas hasta que la
persona esté abierta, humilde o silenciosa.

Si la persona no te parece preocupada o si no te confiesa su preocupación (o aun si ya está molesta o enojada), has llegado a un punto donde tendrás que decir, “Realmente siento escuchar eso. Oraré que entres en razón. Si piensas acerca de esto y cambias de opinión, osi te das cuenta de que vas a ser juzgado, puedes llamarme y podremos
hablar más. O por favor busca una Biblia y lee el Evangelio Según San Juan”.

Ahora, si la persona confiesa su temor con su boca (o aun si dice que no está preocupada pero su comportamiento dice lo contrario), tienes el placer glorioso de compartir con ella la Buenas Nuevas. Aquí tienes algunas “líneas” que he hallado efectivas.


LAS BUENAS NUEVAS


“¿Qué sabes acerca de la Semana Santa y la Pascua? Hace dos mil años, JesucristoDios mismo tomó la forma de un ser humano y vino a esta tierra, nacido de una virgen. Fue golpeado y crucificado brutalmente. Déjame explicarte lo que pasó.

“Cuando azotaron a Jesús, usaron látigos hechos de tiras de cuero con vidrios quebrados, trozos de cerámica y clavos atados en los extremos. Él fue azotado al menos 39 veces. Mucha gente moriría de tal azote porque la piel, los músculos y los tendones fueron tan lastimados que sus órganos se le salían del cuerpo. Pero Jesús sobrevivió y entonces fue crucificado en una cruz donde murió de asfixia. Después, Él resucitó al tercer día venciendo a la muerte. Jesús hizo todo esto porque la Biblia dice que no hay perdón sin el derramamiento de sangre. Jesús
entregó Su propia sangre para que tus pecados puedan ser perdonados.

Es así de sencillo: Tú violaste la Ley y Jesús pagó la multa.

“La gran pregunta es entonces, ¿cómo haces para recibir ese perdón?” La mayoría dirá “orar” o “ir a confesarse”. Toma el tiempo necesario para explicarle este asunto a fondo. Aquí está cómo yo lo hago:

“Dios manda a todos los hombres en todo lugar que se arrepientan. Para arrepentirse tienes que dejar de hacer lo que estás haciendo, reconocer que es horriblemente malo, confesar tus pecados a Dios, pedirle perdón por ellos, apartarse de los mismos y poner su confianza (su fe) en el Señor Jesucristo.

 No es suficiente con sólo escuchar esto y decir ‘ya lo entiendo; creo en eso’. Aun los demonios creen y tiemblan. El mero asentimiento mental no te salva. Tienes que arrepentirte y poner toda tu confianza en Jesucristo. “Imagina que estás en un avión y entonces el piloto hace un anuncio: ‘Señoras y señores, puedo tener su atención, por favor? En este momento, estamos volando a diez kilómetros de altura.

Desafortunadamente, tengo malas noticias: Las dos turbinas de este avión han fallado. Vamos a estrellar en unos pocos minutos. De pronto, encontrarás un paracaídas debajo tu asiento. Gracias por volar connosotros y que tengas un buen día’.

“¿Qué harías? ¿Simplemente te sentarías allí creyendo en elparacaídas? ¿Esperaría hasta el domingo y simplemente adorarías al paracaídas? ¡No! Te pondrías el paracaídas porque es tu única esperanza tu única salvación. Esto es exactamente lo que la Biblia dice acerca de Jesús. Tienes que “vestirte del Señor Jesucristo” (Romanos 13.14). Esto es como lo haces: Busca un lugar tranquilo, arrodíllate y derrama tu corazón a Dios. Confiesa tus pecados, uno por
uno. Dile que lo sientes y pídele perdón. Entonces, pon tu confianza (tu fe) en Jesucristo. Él te perdonará y te limpiará. Si haces esto, serás trasladado de las tinieblas a la luz, de la muerte a la vida.”


LA ORACIÓN


Como regla, yo no guío a nadie en “la oración del pecador”. No es bíblico la Biblia nunca nos manda que lo hagamos. Si alguien que conoces comete adulterio contra su esposa, ¿lo guiarías a donde su esposa para decirle a tu amigo: "Repite después de mi: Lo siento mucho, nunca debí dormir con esa mujer"? Nunca harías tal cosa y no deberías hacerlo con un pecador.

Si alguien te dice que quiere orar en ese momento, puedes decirle: "Ora tú y luego yo oraré por ti”. No obstante, no es muy probable que la persona va a querer orar contigo porque es algo sumamente personal entre él y Dios.

Piénsalo. ¿Querrías que alguien estuviera escuchando tu confesión ante Dios? En cualquier caso, no le des a la persona la seguridad de que ya es salva que ya tiene la salvación. Esta es obra del Espíritu Santo. Dile que lea su Biblia y que obedezca lo que lee. Con el paso de tiempo su  conversión se revelará, si fue verdadera o falsa. La teología tiene que guiar nuestra metodología. Si Dios salva a alguien, Él no necesita de nuestra ayuda para “cerrar el asunto”.

LA APOLOGÉTICA

¿Qué pasa con la apologética (la defensa de nuestra fe)? ¿Deberías tratar de probar que Dios existe, refutar la evolución o mostrar que Biblia es confiable? Sí y no.

 Si una persona sólo quiere discutir y pelear, no. Supongamos que estás casado. Cuando tú y tu cónyuge tienen una pelea y él o ella se acerca, tú sabes si viene con el deseo de hablar y razonar, o si sólo quiere seguir peleando. Si la persona a la cual estás testificando sólo quiere discutir, la apologética no sirve. Sin embargo, si la Ley ha suavizado su corazón y esa persona tiene un pregunta sincera, entonces (y sólo entonces), puedes contestarle con la apologética. De lo contrario, apégate a la Ley.

Puede ser que, para ser razonable con la persona, tengas que responder a algunas preguntas que te hace aun preguntas que te hace sólo con la intención de despistarte. Sin embargo, recuerda que no estás tratando de salvar esa persona con tus razonamientos. Estás tratando de ayudarle a entender el pecado, la justicia y el juicio por venir.



LA PREDICACIÓN DEL FUEGO DEL INFIERNO

En este momento, quizá estás pensando: “¿No es todo esto la predicación del fuego del infierno?” Escucha lo que Ray Comfort dice: Ahora santos, no estoy hablando de predicar sólo el fuego del infierno. Una predicación centrada en el fuego del infierno produce convertidos llenos de miedo. El uso de la Ley de Dios produce convertidos llenos  de lágrimas. El primero viene porque quiere escapar del fuego del infierno. Pero en su corazón, cree que Dios es duro e injusto, porque laLey no se ha usado para mostrarle la naturaleza extremadamente pecaminosa del pecado. Él no ve el infierno como su justo merecido que él merece el infierno. Por lo tanto, no entiende ni la misericordia ni la gracia; y por esto, también le falta gratitud a Dios por Su misericordia. Y la gratitud es la motivación principal para el
evangelismo. No habrá celo por evangelizar en el corazón de un falso convertido.

Pero el segundo viene sabiendo que ha pecado contra el cielo. Sabe que el ojo de Dios está en todo lugar contemplando lo bueno y lo malo,  y que Dios ha visto la oscuridad así como si fuera la luz. Ha visto sus pensamientos. Si Dios, en Su santidad en el día de la ira, hiciera manifiestos los pecados secretos de su corazón, todas sus obras hechas en la oscuridad, si mostrara toda la evidencia de su culpa, Dios podría tomarlo como una cosa inmunda y lanzarlo al infierno, haciendo lo que es justo. Pero en vez de darle justicia, le ha dado misericordia. Dios ha mostrado Su amor para con él en que mientras aún era un pecador, Cristo murió por él. Él entonces cae de rodillas ante esa cruz
manchada de sangre, y dice: “Oh Dios, si has hecho eso por mí, haré lo que sea por ti. Me deleito en hacer tu voluntad, oh, mi Dios. Tu Ley está escrita en mi corazón”.

Es como el hombre que sabe que tiene que atravesar la puerta de un avión a diez kilómetros de altura y enfrentar la consecuencia de violar la ley de la gravedad; él nunca se quitaría su paracaídas porque su misma vida depende de él. De igual manera, el que viene al Salvador, sabiendo que tiene que enfrentarse con un Dios santo en el día de la
ira, nunca abandonará la justicia de Dios en Cristo, porque su misma vida depende de ello.

Me gusta ponerlo de esta manera a la persona a que estoy testificando: “Si alguien te diera un paracaídas para salvarte de una muerte segura, no pasarías toda tu vida con miedo de la muerte que has evitado. Pasarías tu vida agradecido hacia aquel que te dio el paracaídas. No creas en Dios sólo para evitar el infierno. Arrepiéntete y pon tu
confianza (tu fe) en el Señor Jesucristo porque Él te ama tanto que dio Su vida de manera que tú y yo no tengamos que pasar la eternidad en el lago de fuego”.

EL TONO Es imperativo que ruegues a Dios por el espíritu correcto un buen tono y una actitud correcta en un encuentro para testificar. En general, creo que tu actitud debería ser de compasión mezclada con alarma (inquietud y urgencia). Sé agresivo si es necesario pero no enojado ni gritando. Tu tono debería ser más como un ruego con
preocupación. Tendrás mucha libertad para hablar con denuedo si estás preocupado y no enojado. Tu actitud debería ser así: “No sabes con lo que te enfrentas aquí. Dios no te necesita, tú necesitas a Dios”.

PRACTICAR Puede que estés leyendo esto y pensando que nunca podrías recordarlo todo. No tienes que recordarlo todo. Sólo empieza memorizando las cinco preguntas y luego practica con un amigo. Así es… busca a un amigo y jueguen los roles. Te asombrará la consistencia de los encuentros para testificar. Empieza practicando y al poco tiempo lo
tendrás todo asimilado. Empieza lento y practica, practica, practica. Luego, busca a un pecador y te irá muy bien.

TU TESTIMONIO CON LA LEY Si eliges dar tu testimonio, está bien. (Esta manera de testificar puede ser muy efectiva, por ejemplo, durante la Navidad para testificar a los muy queridos de la familia porque es menos agresiva.) Sólo recuerda que debes usar la Ley y, sobre todo, no digas, “Antes de conocer a Jesús, estaba triste y no me sentía pleno ni realizado. Lo intenté todo, pero simplemente nada me hacía feliz. Entonces, le di mi corazón a Jesús y desde entonces he sido feliz.” Disculpa, eso está mal y sólo introducirá un motivo equivocado produciendo un falso convertido.

En vez de esto, empieza compartiendo algo acerca de tu vida antes de tu salvación y mete la Ley como en el siguiente ejemplo (pero en tus propias palabras por supuesto): “...Entonces, alguien me mostró los Diez Mandamientos de Dios y me di cuenta que no importaba cómo yo me veía. La Ley me mostró que no sería juzgado según mi propia norma de bondad y justicia, sino según la norma de Dios. Entendí que Él me veía como un mentiroso y que todos lo mentirosos tienen su parte en el lago de fuego. Me di cuenta que había usado Su nombre
precioso y santo como una palabra sucia y que Él no dará por inocente al que tomare Su nombre en vano.” De esta manera, habla de todos los Diez mandamientos si puedes.

“Fue entonces cuando me di cuenta que iba a estar en un gran problema en el Día del Juicio y que merecía ir al infierno. Casi muero del miedo que sentía. Yo no quería ir al infierno. Es un lugar que nunca quiero experimentar. Entonces, un amigo me habló de Jesús y la cosa asombrosa que Él hizo por mí. Dos mil años atrás Él fue  rutalmente
azotado y golpeado. Luego, fue crucificado en una cruz y derramó Su sangre para que yo pudiera ser perdonado.

¡Asombroso! Yo había violado la Ley y Jesús pagó mi multa. Luego, Él resucitó de entre los muertos venciendo a la muerte.

“Cuando yo escuché eso caí de rodillas, confesé mis pecados con muchas lágrimas y me entregué al Señor Jesucristo. Desde entonces, he estado leyendo la Biblia porque quiero saber más y más acerca de Aquel que me ama tanto que murió por mí. Ahora sé que cuando yo muera, no seré hallado culpable porque Jesús sufrió mi castigo Él
padeció lo que yo merezco por mis pecados.”

“¡LA BIBLIA NO ES LA VERDAD!”

Esta es quizás la queja más común de los inconversos. ¿Cómo debemos responderles? Bueno, la respuesta es sencilla: Simplemente no respondemos. Es cierto.
 Digamos que tú has puesto una espada de filo cortante a mi cuello y me dices que vas a decapitarme. Yo te digo, “¡Ja! ¡Yo no creo en espadas!”

Lo que yo creo no haría ninguna diferencia. Así es con la Biblia, la espada de dos filos del Espíritu Santo. A pesar de que el incrédulo dice que la Biblia no es verídica ni confiable, manéjala como siempre y déjala hacer su obra de discernimiento.

“Yo no creo que la Biblia es la verdad.”
“Yo lo sé. ¿Será inocente o culpable ante Dios?”
“Pero la Biblia contiene errores.”
“Yo sé que usted cree eso. ¿Inocente o culpable?”
“¡Pero yo no creo en la Biblia!”
“Por supuesto que no, pero supongamos que la Biblia es la
verdad. ¿Inocente o culpable?”

LOS CRISTIANOS INMUNIZADOS

Oh, no. Si estás enfrentándote a alguien que asiste a una iglesia y sabe algunos versículos de la Biblia  (especialmente Juan 3.16), tienes frente a ti el encuentro más difícil de todos. Contestará tus preguntas
correctamente pero simplemente no vive como un cristiano. No eres su juez, sólo Dios conoce el estado de su alma, pero tú tienes todo el derecho y también la obligación de juzgar a aquellos en la iglesia que están pecando (1 Corintios 5.12-13). Aquí hay algunas preguntas que podrían revelar su nivel de fe o entendimiento.
¿Eres nacido de nuevo?

Si la persona dice que no, recuérdale que Jesús dice que un hombre tiene que nacer de nuevo para entrar en el reino de los Dios (Juan 3.3).

¿Cuándo fue la última vez que leíste tu Biblia a solas?

Si dice que fue hace algún tiempo, expresa tu preocupación. “¿Qué pensarías si tú enviaras cartas de amor a tu esposa (esposo) y ella (él) nunca tomara el tiempo para leerlas? Tú empezarías a sospechar que quizá ella (él) no está muy interesada(o) en ti. Eso es exactamente cómo Dios se siente. Él te envió 66 cartas y tú raramente las lees, ¿qué deberíamos concluir de tu amor por Él?”

¿Conoces a Jesús?

Esto realmente llega al meollo del asunto. La gente (incluyendo a los pastores) puede saberlo todo acerca de Jesús, pero no lo conoce. Recuérdale que no estás para juzgarlo, pero que estás preocupado y que la Biblia dice que deberíamos examinarnos para ver si estamos en la fe (2 Corintios 13.5).

UNA COSA MÁS

Nuestro principio es este: “La Ley para los soberbios, la gracia para los humildes”. La regla que seguimos es usar la Ley en el evangelismo para suavizar el corazón duro para recibir el evangelio. Una vez que has memorizado el ejemplo que hemos provisto, puedes incorporar tu personalidad y tu propio estilo. Esto quiere decir que no tienes que usar nuestro ejemplo palabra por palabra. Puedes cambiar las palabras y crear tu propia manera de presentar el evangelio... siempre y cuando sigue el principio fundamental y bíblico de “la Ley para los soberbios y la gracia para los humildes”.

Aquí está un ejemplo de usar la Ley: “Hola, amigo, juguemos ‘Esta fue tu vida’. Vayamos años atrás, a su niñez. ¿Recuerdas alguna vez cuando fuiste un travieso? ¿Te llevaste un dinero que pertenecía a tus papás? Avancemos hasta los años de tu juventud. ¿Te acuerdas de alguna fantasía que tuviste de una joven? ¿Cuántas veces crees que hiciste eso? Ahora como adulto, ¿crees que Dios siempre ha sido primero en tu vida o has puesto tu carrera o el placer delante de Él?” Otra opción sería enfocarte en un solo pecado:

Para un hindú, tal vez quieras pasar mucho tiempo hablando acerca de los primeros tres mandamientos.

Para un hombre, la enseñaza de Jesús acerca de mirar a una mujer para codiciarla es muy convincente.

Para una persona que parece tener mucho dinero, el décimo mandamiento de no codiciar puede ser significante.

Para todos, la ingratitud (no darle gracias a Dios por todo lo bueno que hemos recibido) es muy convincente.

Para el bocón (o la bocona) que no puede dejar de usar malas palabras, el tercer mandamiento acerca de la blasfemia puede ser exactamente lo que necesita oír.

Así que, hay muchas diferentes maneras de usar la Ley, pero el hecho es que tienes que usarla si quieres ver conversiones verdaderas. Incorpora tu propia personalidad y crea mejores ejemplos que nosotros tenemos aquí, pero por favor no pierdas el principio: “La Ley para el soberbio, la gracia para el humilde”.

Bueno, esto es todo. Si quieres escuchar algunos de estos principios en acción, puedes buscar los archivos de audio en el sitio web www.wayofthemasterradio.com y bajarlos gratuitamente. O escucha los encuentros para testificar en el CD “Terrified” (a la venta en el mismo sitio web).

Mientras que escuches, fíjate en las cinco preguntas.

Si has leído todo esto, yo quiero felicitarte y animarte. Has invertido más tiempo que la mayoría de los cristianos en tratar de equiparte para testificar. Ora mucho. Practica mucho. Y luego busca a un desconocido (porque es más fácil con un desconocido que con alguien de la familia) y a la lucha.

De nuevo, ¡bien hecho! Estás esforzándote para ser un siervo fiel y verdadero.



Oramos para que cada día su entrega y compromiso en la obra de Dios llegue a perfeccionarse. Para esto, usted debe ser un creyente consagrado al Señor.

Viva los preceptor de Dios, camine en integridad, ore cada día pidiéndole a Dios que le ayude en su crecimiento, y por sobre todas las cosas, ejercítese para la piedad.
1 Timoteo 4:7 Ejercítate para la piedad


Dios le bendiga!




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